No
hay día que en los medios de comunicación, en los post de los blogs, en las
conversaciones de café, no se hable o se nombre a los emprendedores, englobando
en una categoría, como suprema, a todos aquellos que son capaces de acometer y
sostener una empresa, desarrollar una idea y fomentar la innovación,
gestionando proyectos y asumiendo riesgos.
Ser emprendedor no es algo nuevo o que la crisis o la
modernidad han traído consigo, desde el primer hombre que trabajó una lasca
para hacer un cuchillo, el emprendimiento a sido un factor fundamental en el
desarrollo tecnológico, social y económico de los seres humanos; los avances
científicos son otra muestra más del
espíritu emprendedor del hombre, ya que son actos de genialidad humana, basados
en conocimientos y pensamientos planificados, que han hecho realidad las ideas
y los sueños.
Pero
¿qué sucede para que, ahora, ser emprendedor tenga asociado una serie de
particularidades que le dan un valor, si cabe aún, más positivo?
Lo
que ha sucedido con el empleo, en los
últimos años en nuestra sociedad, ha provocado que muchas personas que se
encuentran prácticamente fuera del mercado de trabajo, busquen con el
autoempleo una manera de sobrevivir y poder tener una independencia económica
Hay
que considerar que el desempleo de larga duración, conlleva la perdida irreparable de las capacidades y
habilidades que el trabajador ha adquirido, académicamente y laboralmente; esta
perdida es tan grave que no solo afecta al individuo, sino que compromete a
toda la sociedad porque es un fracaso colectivo. Por eso, es natural que muchos
trabajadores se embarquen en proyectos empresariales y desde las pymes,
concreten ideas para el desarrollo de productos y de servicios.
No
todos podemos ser Billi Gates, ni Amacio Ortega (ellos pueden considerarse el
paradigma de los emprendedores) . La mayoría nos quedaremos en nuestro ámbito
local, para solucionar problemas y necesidades locales, pero por esto no
dejamos de ser tan importantes para la sociedad, como lo son ellos, ya que
gracias a nuestro esfuerzo, responsabilidad y trabajo, podemos hacer nuestro
entorno mejor y más desarrollado.
En
el fondo, esto los economistas lo dirán en el futuro, estamos creando un nuevo
modelo en el que se fomenta la autonomía personal, en el que la economía se
pone al servicio del factor humano, con
procesos de crecimiento, desarrollo y aprendizaje continuo. La economía social.
Por
eso la sociedad en general demanda emprendedores, como creadores de empleo y
como impulsores de innovación, con
cualidades que no se pueden encontrar en una gran empresa, y las nuevas
tecnologías son fundamentales para el crecimiento de las pymes y los
emprendedores, ya que nos dan recursos que de otro modo nos estarían vetados
por su gran coste o por su excesiva especialización.
Después
de todo esto, con el reconocimiento de la función innovadora, transformadora y
social que tiene el emprendimiento humano y la importancia que todo ello a
adquirido en nuestros días:
¿Cuál
debería ser la actitud de las administraciones, tanto en el ámbito burocrático
como en el ámbito de ayudas puntuales al emprendimiento?
La
nueva ley del emprendedor ¿lograra cubrir los enormes vacíos con los que habitualmente
nos encontramos?
¿Somos
nosotros unos emprendedores?
¿Es,
verdaderamente, labor de los emprendedores la creación de empleo?
Son
preguntas y preguntas que iremos desgranando en otros artículos.
“Esfuérzate, no para ser un éxito, sino para
ser de valor”. -Albert Einstein